sábado, 28 de noviembre de 2009

Hay un cernícalo en mi balcón

Quiero desaparecer.
Sin embargo la rutina me lleva a permanecer. Estoy incluso cuando no quiero estar.
La vida sigue a pesar de mi... es algo extraño imaginarte tu vida sin tí cuando aún permaneces de una forma tan trascendente.

Es normal que el tipo aquel de la historia anterior sepa que su lugar está muy alejado de la realidad. Espera compasivamente que alguien le de un respiro, pero cuando parece que llega el final de la agonía, lo sabe, no llegará hasta el final de él.

El cernícalo vuela peleándose con otro cernícalo de su mismo rango, y los colores azules y naranjas de su pecho, de su espalda, dejan anonadada a una chiquilla que en ese momento está sacando a su perro a pasear... y éste es el principio de la causalalidad, las alas de la mariposa baten. El tipo sabe que todavía no hay un final, aún es pronto, la historia no acaba aqui.

A nadie le importa la belleza del momento. Sólo a ella, que mira incrédula a los dos animales, y lamenta tener que irse, pero lamenta mucho más ser la única testigo de tanta belleza, y siente ganas de llorar al comprender que no hay nadie, y que a nadie le importa.

El tipo llora también con ella, lo sabe, lo siente, lo ve. Nadie siente su presencia, sólo son pájaros revoloteando.

2 comentarios:

La línea muerta dijo...

De cernícalos esta lleno el mundo:)
Lo que no puedo imaginarme es verlos volar. Están demasiado anclados al suelo, como para coger impulso hacia las estrellas.

Aine dijo...

La cruz de cristo, un espectáculo maravilloso y tan frecuente como poco admirado. Es esta capacidad suya de mantenerse suspendidos en el aire sin moverse la que les impide alzar el vuelo y alcanzar la heterosfera.