miércoles, 30 de diciembre de 2009

Nosotros somos tú


Verano del 87. Las niñas corremos por la casa en una histérica felicidad, con nuestros ligeros camisones aún puestos y el pelo enmarañado propio de quien se acaba de levantar; los desayunos se van amontonando en la mesa de la cocina. Los chicos entran por la puerta, vienen riéndose y con las manos llenas de cachivaches, herramientas y circuitos. Qué típico. Ya están tramando alguna…


Las 11 de la mañana, Luz ya nos ha gritado que ¡sus flores no!, y nosotras, pequeñinas, de poco más de un metro de altura, corremos por el jardín huyendo ágilmente de la regañina. Se oye la puerta, podemos olerlo, una mezcla entre caballo, metal, sudor y tabaco... Pronto yo dejaré los juegos para repostarme en el quicio de la puerta del baño, a observar boquiabierta un ritual que me entusiasma, el afeitado.


Primero se lava la cara, y llena el lavabo con el agua bien caliente. Saca la espuma y la brocha... ¡mmmm! el olor de su espuma de afeitar que a lo largo de los años nunca me ha decepcionado; olor a La Toja y a hombre. Luego la brocha bien untada, como si fuese un helado de jabón, y hale, por la cara cual muñeco de nieve pero muuucho más guapo. Si hubiese sido chico le habría pedido que me untase a mí también; tal vez lo hice, más de una vez acabé con la punta de la nariz adornada de espuma, momento en el cual yo solía correr por el pasillo, huyendo de la vergonzosa situación de saber que me habían pillado embelesada y mirando. Y después de la espuma, mi momento preferido, cuando saca la cuchilla y… Rrrrras! Ruido de rasurado como no lo he vuelto a escuchar en nadie, era como ver al puto Clint Eastwood; el ruido de cada pelo como si fuesen púas de erizo, ¡qué grande!, y ver el resurgimiento de su cara a medida que va desapareciendo la espuma. Y por último el cuello; siempre me ha dado una especie de mareo esa mezcla brutal de la cuchilla afilada, el duro pelo, y la suave y fina piel de esta parte tan delicada del cuerpo. No solía quedarme a ver como se aclaraba la cara, no fuese que viniese a besarme después, con la piel blandita, aún mojada, y mal afeitada, como siempre, dejándose corrillos de duro pelo entre los pliegues de la piel y que destrozaban mi joven pellejo (no soporto que me toquen con la piel mojada).

Con los años yo fui perdiendo el interés por el ritual; aunque más que perder el interés lo que paso es que gané idiotez adolescente, y ya no me parecía apropiado eso de mirar… fuese como fuese los años no perdonan, y últimamente, cuando alguien le afeitaba (la pérdida de visión le impedía hacerlo, o le desanimaba más bien) me entristecía más que cualquier otra cosa.

Quisiera dedicarte una canción o un poema, pero sé que me lo tirarías a la cara, sería mejor dedicarte un amanecer, o una mañana lluviosa de primavera, cuando los campos empiezan a reverdecer; o una partida al subastao... ¡ay, que no!

Eres la semilla, no se si alguna vez fuiste consciente de ello, pero lo que somos todos y cada uno de los que vinimos detrás, te lo debemos a ti, a tus brazos de acero golpeando el metal al rojo, al caldo que liabas como si fuese un caramelo, enrollado por los extremos y sin pegar (en tres segundos ya estabas fumando, menos de lo que tardo yo en sacar un cigarrillo del paquete). Nosotros somos tú.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

¡Amanacer nevado!

Adoro la nieve.
Levantarme por la mañana, subir la persiana de la terraza, y... ¡Sorpresa!
Contemplar el paisaje blanco desde la cama... ¡Qué cosa más bella!

Ahora si que quiero un chocolate caliente.

viernes, 11 de diciembre de 2009

La belleza de la intimidad, ésos momentos de sincronización incluso en la desesperación más absoluta


¡Estás loca!
Lo tuyo no es ni medio normal... ¡y dejá de fumar ya, que llevas así toda la mañana!, y seguramnte toda la noche...
de nada te servirá tirarte de los pelos ahora, haberlo pensado antes... es que tienes esa manía de dejarte llevar sin más, sin pensar. Joder, es que a veces parece que lo haces a posta para estrellarte contra todo una y otra vez. ¿Acaso buscas la autodestrucción? Mejor no me respondas, ya lo se.
No te entiendio, tía, no entiendo cómo una persona inteligente y válida como tú puede perder tanto el control de su propia vida, el control de todo... si no te quisiera tanto...
No me mires así pequeña, deja de llorar, lo vamos a arreglar. Tranquilízate y vuelve a contarme la historia desde el principio; pero esta vez procura detenerte en los detalles, no se nos tiene que pasar nada. Voy a preparar café...

Se oyó el ruido del agua al caer en la bañera, a lo lejos, como en un susurro relajante. Se está limpiando las heridas, pensó, que putada, joder, que putada. Cerró la cafetera, conteniéndose las lágrimas, prendió una cerilla y encendió el fuego. Pronto el olor a café endulzaría el ambiente. El salón tan quieto, en silencio, el sol comenzaba a bañar tímidamente el suelo de la terraza. Las 12 ya, que tarde... no pudo más, lloró. Apareció envuelta en una toalla naranja y secándose el pelo con otra toalla blanca, parecía una visión de otro mundo, un espectro envuelto en color, tan delgada, ojerosa, rendida por el esfuerzo de vivir. Se acercó despacio al cuerpo tembloroso y afable, con una dulce serenidad secó sus lagrimas y se abrazaron. Las dos hermanas reían y lloraban a la vez, abrazándose con ternura, como despidiéndose de algo, de esa vida que ya no sería nunca la misma. Ya no. Silvó la cafetera. Se miraron con los ojos brillantes. Ya voy yo.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Momento creativo

Que dulce felicidad llena tu respirar en los momentos más creativos. Es el momento en el cual se empiezan a agolpar miles de ideas en tu cabeza creyendo dar forma a algo que aún no sabes muy bien lo que es. Estás a punto de verlo, casi lo puedes tocar, rápido, un papel y un boli.

En mi caso este momento suele ser bastante complejo, por un lado están las ideas, las conlusiones, las historias, ésas deben ir escritas, son pensamientos que albergan un universo de circustancias, o que pueden comentar o explicar una solución técnica dentro de mi profesión; y he aquí la parte compleja, por otro lado existen las visiones espaciales momentáneas en las que creo reconocer un recurso para resolver un espacio concreto sobre el que estoy trabajando, o una idea que debo reciclar pora cuando haga... tal cosa. Pero también puede ser esa necesidad de dibujar una situación, una escena, un objeto abstracto y pictórico. El arte por el arte.

Este cruce de ideas, de maneras representativas, este escribir, dibujar, imaginar, crear, en ocasiones se vuelve demasiado confuso y me pierdo entre unos y otros. Ojalá tuviera una grabadora de cerebro para, más tarde, reproducirme mis propios pensamientos a baja velocidad y apresurarme a anotarlo todo.


El camino que recorro cada día desde que salgo del trabajo hasta que llego a mi casa me resulta tan monótono y exasperante que a menudo voy flotando en una nube de ensoñación creadora. Suele ser uno de los momentos más fértiles pero menos productivos del día, ya que mi mente se dispara en un ir y venir de pensamientos sueltos entremezclados, conversaciones imaginarias y recuerdos.

Siempre que me curzo con alguien en este trayecto han de llamarme con bastante insistencia, y yo me giro con gesto de sorpresa, como quien se despierta de un sueño repentinamente. Saludo y sigo mi camino como desperezándome, todavía no muy consciente de dónde me encontraba yo cuando me sobresaltaron.

martes, 8 de diciembre de 2009

Pintura sobre cuerpo desnudo


No es que no quiera verte, es que no es bueno para mi salud mental.
Escuchar tu voz cuando hablas con otros, de lejos, como un susurro atronador, es una especie de tortura extraña, pero más aún cuando hablabas conmigo, por eso te pegué; no puedo volver a sucumbir a tus encantos, me dueles más de lo que quiero soportar.
Sentir tu olor es una tortura sin extrañeza alguna, es un delirio irracional e intensamente sólido. Pierdo la cordura. Por eso te grité, aléjate de mi, por favor.
Tu tacto un pensamiento ya fuera de mi alcance, no quiero ni tan siquiera recordarlo.

Me has cambiado. Me has enamorado, y me has hecho odiarte. Me has hecho tener esperanzas y perderlas un segundo después. He sido víctima de mis propias ilusiones, pero he sido capaz de renuciar a tí... por mí. Me vuelvo a levantar hoy, mas aún llevo muletas y a veces me duele al caminar. En tan poco tiempo me has dejado el corazón temblando, embalsamado en todo lo que podía ser racional, para no entrar en tu juego de tio sentimentalmente inestable y acomplejado.
Lo bello de mí soy yo, ¿porqué cambiarlo? tal vez no fuese yo lo que tu querías.

Ahora no me siento ya más yo... tal vez lo conseguiste. Pero se pasará, volverá la confianza, la arrogancia de mujer más que adorada... pero, en el fondo, vacía, fría y distante.

Después de tanto dolor me mantengo lejos de las cosas superficiales, no las soporto, no puedo sentirme un objeto nunca más, quiero retomar el control. Pero no puedo acercarme a la intensidad de lo apasionado, no estoy preparada.

Esperar, sola, a que el tiempo cure las heridas. Se aproximan tiempos mejores.
La espera no vacía sino llena de nuevas ilusiones, de proyectos que aún tengo que terminar, de trabajo que distraiga mi necesidad de amor a tiempo parcial, ése que es tan bello y tan inmoralmente adorable (inmoral para algunos, adorable y delicioso para mí), pero que ahora solo puede confundirme. ¿Realmente es necesario un tiempo de "luto"? es posible que sí.

http://video.yahoo.com/watch/242879/1921819

lunes, 7 de diciembre de 2009

Supervivencia

Recojo los trozos, cada vez más pequeños, de lo que alguna vez fui yo.
Es tiempo de olvidar la reflexión, es tiempo de seguir, monitorizado cual robot, para poder masticar el alimento que cada día me hace levantarme de la cama.

La lucha no había terminado.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Cuando la locura y la cordura se mezclan



Esta semana he empezado a leer un libro de PNL muy interesante, y claro, me paso las mañanas dándole al coco activamente, recordando, reviviendo momentos, tratando de analizar situaciones concretas para llevar a la práctica lo que aprendo con esta lectura, o para tratar de comprender y memorizar estas enseñanzas, relacionando situaciones ficticias con situaciones reales de mi proipa vida.

De esta manera he llegado a analizar de nuevo la película del sábado, "El último tango en parís". El lenguaje corporal de los personajes. Nuestro propio lenguaje corporal.

De forma escueta
Posibilidad 1:
Paul nunca se enamora de ella, y sólo al final se enamora de la posibilidad de encontrar la normalidad. Ella se enamora de su locura, y le asesina huyendo de la cordura.

Posibilidad 2:
El idilio entre los personajes es una ficción dentro de la cabeza de Paul, que , trastornado por la reciente pérdida, construye una fantasia con una joven que se cruza con él en diversas ocasiones. Finalmente la fantasía se vuelve tan real para él que trata de llevarla a cabo. La acosa, la persigue hasta su casa, y ella se defiende de ese desconocido loco.

jueves, 3 de diciembre de 2009

¿Cómo que abuelitas?



Éstas mañanas frías anuncian la inminente llegada del invierno, anuncian la llegada de ese frío polar que en enero es tan insoportable que duele salir de casa. Comienza el ciclo de hibernación anual, tu cuerpo se prepara para el estado de inactividad física, y se desarrolla la actividad mental, más despierta que nunca.

Tu casa, tu hogar mejor dicho, se convierte en un lugar extremadamente acogedor, y piensas en él como si fueses a llegar a una casona vieja de grandes muros de piedra, y una gran chimenea encendida en el salón, con la luz tambaleante del fuego que te produce una sensación de dulce y cálida somnolencia, y un olor a estofado que sale de la inmensa cocina llena de utensilios antiguos y panes de hogaza. Varias abuelitas te esperan, una para ponerte la manta calentita que han dejado cerca de la lumbre y acomodarte en el sofá, robusto y rotundo mueble como todos los de la sala, mientras otras improvisan una mesa a tu lado y allí te traen ese suculento bocado cuyo olor ricamente percibiste al traspasar la puerta de entrada. Una escena de lo más acogedora y hogareña.

Pero realmente en vez de eso llegas a tu pisito solitario y vacío, a las afueras de la ciudad, todavía no han puesto la calefacción y para colmo te dejaste una ventana abierta, los muebles son de pocos miramientos y tienen los tornillos flojos, las cortinas caen con desgana y no cubren del todo la ventana. Cierras la ventana, te acomodas cigarrillo en boca con ganas de comer y sin ganas de cocinar, respiras hondo y absorbes esa bocanada de humo que te hace sentir un cierto mareo. Que grato silencio... ¿y qué haría yo con una chimenea? anda que vaya ideas, ¿y las abuelitas? (que imaginación desbordante la mía...) con lo bien que estoy aquí yo sola, con mis muebles baratos y mis plantas supervivientes... jajajá, me río por dentro, miró por la ventana el frío que se siente pero que también se ve. Los campos yertos, el cielo gris y agitado. Que bien llegar a casa.

En todo mi ensimismamiento no me he dado cuenta de que cuatro animales me miran con los ojos muy abiertos, indecisos, no saben si deben interrumpir mi ensoñación absurda. ¡A comer todos! Estoy en casa.

martes, 1 de diciembre de 2009

Sin reglas