viernes, 15 de marzo de 2013

María con su risa



Entró por la puerta de servicio, sigilosa como una ardilla, y asomó su carita negra por la puerta de la galería que da a la cocina. Dio un respingo para atrás, con un cierto movimiento rítmico, como se suele mover la gente que vive bailando, y puso cara de sorpresa extraña al verme allí sentada. "Oi", me dijo sonriendo, y me contagió la risa. Los siguientes intentos de comunicación fueron absurdos, ni siquiera nos presentamos, así que huyendo de la situación pasó de largo, atravesando la cocina, en busca de la jefa y la normalidad.

Esta es María, limpia la casa. Ella es una amiga, se quedará unas semanas.
Y mirándome con su cara de niña traviesa y sus minúsculos ojos bajo unas enormes gafas de concha, amarillentas, se echó a reír con todos sus dientes, señalándome como una loca; creo que miraba mi piel, excesivamente blanca. Me dio un achuchón eterno, muy fuerte para su pequeño tamaño, y siguió con sus cosas sin dejar de mirarme, divertida.

María no sabe leer, es pobre y ha tenido una vida difícil, pero diría que es feliz; tiene unos setenta años muy bien llevados, pequeñita de largas extremidades,  piel curtida y arrugada, se mueve por la casa limpiando con gracia y ductilidad, como una araña trabajadora. En el salón me entrego a mi estudio dejando pasar la mañana sin apenas percibir los pequeños ruiditos de María por la casa.

El aroma del arroz cociéndose me abre el apetito y decido investigar lo que sucede en la cocina. Allí está ella, esperándome; "jajá", me dice su mirada, y rápidamente abre el frigo para enseñarme la fruta que ha comprado, limpiado y cortado, mirándome de reojillo para ver qué cara pongo. "Quer um caqui?", me dice con absoluta felicidad, "vale...". Me lo ofrece en un plato y me hace sentarme. Así empieza una larga lista de frutas que me va sacando alegre, "E bom?", "muito bom,uhmmm". Se ríe, me señala como diciendo le gusta "a melancia" o "a manga" y me abraza.

Que llegue el miércoles para me contagie con su risa, para que le de a la fruta su toque mágico de madre y abuela, y para que me hable y esta vez entenderla.



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