martes, 13 de abril de 2010

Holocausto zombi

Apenas recuerdo lo que ocurrió durante aquel día, que fue soleado y cálido, ¿¿…y rosa??. Sin embargo me alegro de que mi mente sea capaz de llenarse de vacío, que me deje huir de mi misma, que borre mis locuras dejando sólo el instante en el que un rayo de luz como divina me alejaba del mundo… no hay ninguna cordura en todo esto, ése es el secreto. Hay noches en que los sueños son más reales y más nítidos, y por supuesto, más llenos de sentido que toda la espiral de acontecimientos que se sucedieron el otro día.

Incluso ha empezado a darme igual la sensación de que no debería salir ni a por el pan a pesar de que habrá mucha gente que busque explicación a mi comportamiento. Tengo la impresión de que hice enfadar a muchos, más de lo habitual, en un total arranque de sinceridad y maldad absoluta que me debió entrar a eso de las 11.00, y que acabó a eso de las 21.00… por hacer una aproximación no muy exacta, horas arriba, horas abajo, de lo que me duró el ataque de risa en cuestión. No dejé títere con cabeza.

Con esto de que llega el buen tiempo, que da gusto quedarse en la calle, al sol, me olvidé de volver a casa, me dejé llevar por el momento y sucumbí a la bella idea de sentir el amanecer y aprovechar la mañana tan estupenda que prometía un cielo despejado de primavera. Nada más lejos de la realidad. …Desayuno con diamantes y con la muerte en los talones.

Al día siguiente me levanté cuatro horas antes de ir al trabajo para pegarme una ducha de las largas, no podía dormir, y acababa de recordar qué día era… lunes; casi me da algo al pensar lo que me esperaba esa mañana. Estoy perdiendo el norte.

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